Llovía
sobre la cancha cuando le dije que se fuera. No puede ser que me arruines el
fútbol cada martes, regurgité con mi pinta de alfeñique, mientras reparaba en
las piernas torcidas y los botines embarrados. Atrás, la peña se burlaba de mí
como siempre. Cada vez que ella venía de imprevisto y nos cortaba el rollo del
partido, pasaba lo mismo: el Ruso hacía señas obscenas con las dos manos, Xavi
me palmeaba el hombro y se reía, los porteros se encontraban a mitad de campo para
cotillear y Rudy me gritaba Boludo, andá que la llamaste vos.
Pero
hoy se terminó. Es hora de que sepas que
soy cojo, qué danza de la lluvia ni leches.
6 comentarios:
Lo más destacable de este micro -trazado con una ajustada economía narrativa- es su forma de sugerir una historia que se demuestra distinta a la prevista -al menos para este lector- al llegar al final y completarse con el título.
Me ha parecido una pieza excelente.
Un saludo,
Suscribo lo dicho por Pedro Sánchez.
Genial!
;)
maravilloso relato, me gustó más el comienzo ¿por qué será??
Petons Musa.
me gusta la mezcolanza, la mixtura de tierras de tu lengua.
aqui paso, y cada tanto, espío,
aqui conoceré las historias de la lejanía ahora cercana.
aqui estoy
o talvez allá.
Quien sabe, para saberlo, es que se leen las historias.
Que sigan ellas, solas, que hablen por nosotros.
Que sean ellas,
las que deciden que hoy se terminó, o que talvez no es la lluvia la que embarra la cancha, sino la meta la que nunca se guarda nada para dejarnos
a la intemperie del juego.
Petons musa, un gustazo, che.
jajaja… qué micro más estupendo… poesía y humor negro todo en uno… chapó
Un abrazo
Me parece que veo asomar unas ramitas y flores lilas en la pata de palo...
Lluvia de besos, Musa!
Malditamente tierno.
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